¡Hola
a todos!
¿Qué tal
van vuestros propósitos de año nuevo? Adivino alguno: en enero me pongo a dieta,
empiezo a ir al gimnasio, dejo de fumar, aprendo inglés, no me pelearé con mi
jefe… sí sí, que todos pensamos lo mismo.

Aunque
parezca mentira, las dos salsas tienen sus ventajas y se pueden añadir a tus
platos con moderación.
La mostaza
está hecha de semillas de una planta crucífera, de la familia de las coles y
tienen sus propiedades medicinales porque favorece la digestión y calma la
irritación de garganta. Recuerdo haber leído un estudio que decía que la
mostaza también ayuda a aumentar la masa muscular y reducir el porcentaje de
grasa. Y mis apuntes de botánica dicen que la planta contiene un esteroide natural
conocido como homobrasinolida que produce efectos similares a los esteroides
anabólicos cuando se añade a la alimentación de ratas de laboratorio que hacen
ejercicio durante el experimento (benditos apuntes de la facultad).
¿Y qué
sabemos del kétchup? El kétchup es un concentrado de tomate, un alimento rico
en licopeno, un poderoso antioxidante, que según los estudios tiene más acción cuando
el tomate es cocinado a altas temperaturas, como es el caso del kétchup, que al
natural. ¡Sí! Es una batalla que mi madre perdió hace mucho conmigo.
El
licopeno es protector de tumores, especialmente de la próstata y también ayuda
a prevenir la osteoporosis y enfermedades cardiovasculares (del corazón). Lo
malo es que la fórmula del kétchup incorpora azúcar y sal y te echará a perder
tu dieta si te pasas con la cantidad.
Así que
siempre que no abuses de la cantidad puedes añadir mostaza o kétchup a tus
platos y beneficiarte de las ventajas de cada uno.
¡Hasta
la próxima!
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